El momento del biogás
#VozBiotech | Contamos con materias primas y procesos eficientes gracias a la innovación, a planes y estrategias nacionales y europeas y a un ecosistema de empresas y centros tecnológicos y de investigación de primer nivel
Después de algunos altibajos en el apoyo al biogás y biometano en España, se está produciendo en los últimos tiempos un cambio en distintos factores que ha provocado un resurgimiento del interés en esta tecnología.
Lo que no ha cambiado: las ventajas de la tecnología
El biogás, una mezcla de metano, dióxido de carbono y otros componentes minoritarios, se produce en la digestión anaerobia de la materia orgánica. En su versión agroindustrial, esta operación se realiza de forma controlada en digestores anaerobios, donde se genera el biogás que, tras una limpieza, se puede utilizar en un motor de cogeneración para producir electricidad y calor, o en una caldera para generar energía térmica. También es posible, aplicando procesos de purificación al biogás, transformarlo en biometano y utilizarlo como combustible para vehículos o inyectarlo a la red de gas natural, pues sus propiedades son muy similares. Como tecnología de generación de energía renovable, el biogás es independiente de las condiciones climáticas, y además se puede almacenar fácilmente.
Además, las instalaciones de producción de biogás no generan únicamente energía renovable; son una solución a los residuos orgánicos que se utilizan como sustrato de la digestión anaerobia, que acaban transformados en fertilizante orgánico de alta calidad, y además reducen las emisiones de CO2.
A pesar de todo ello, España está muy por detrás de otros países europeos en la explotación de esta tecnología. Esto se debe, entre otros factores, a cuestiones económicas: el apoyo que ha recibido esta energía renovable ha sido tímido, lo cual, unido a los precios de la energía en el pasado, ha hecho que el periodo de retorno de estas instalaciones no haya sido tan atractivo como el de otras energías renovables. Además, la complejidad administrativa de la tramitación de este tipo de plantas ha ralentizado la aparición de nuevos proyectos.
Lo que sí ha cambiado: política energética, cambio climático, geopolítica e innovación
En marzo de 2021 se aprobó el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 . Este plan contempla medidas para la promoción de gases renovables, incluyendo el biogás, como el establecimiento de objetivos de producción y certificación, regulación que permita la inyección de biometano en la red de gas natural, un sistema de garantías de origen para acreditar procedencia, trazabilidad e impacto ambiental, y en general reducir barreras regulatorias para el desarrollo de esta tecnología. A este plan se le ha criticado la escasa concreción en las medidas, a pesar de lo cual supone un primer paso a tener en cuenta.
El 8 de marzo de 2022, la Comisión Europea presentó las líneas maestras del plan RepowerEU para reducir la dependencia de los combustibles fósiles rusos antes del 2030, empezando por el gas, a raíz de la guerra en Ucrania. Este plan tiene un sentido de urgencia, puesto que habla de asegurar las reservas para el próximo invierno, y hace referencia específicamente al biometano.
Días después, en ese mismo mes, el Gobierno aprobó la Hoja de Ruta del Biogás para impulsar este gas renovable. Contempla medidas regulatorias y económicas como los 150 millones de euros para proyectos singulares de instalaciones de biogás en el marco del PRTR, la simplificación administrativa, el establecimiento de garantías de origen, el reconocimiento de los beneficios medioambientales de la tecnología, ayudas directas para la realización de estudios de viabilidad o el impulso a la I+D+i. El sector ha estimado escasa la ambición de los objetivos de producción planteados (10 TWh), puesto que la capacidad de producción en España es muy superior teniendo en cuenta la disponibilidad de materias primas. El último informe del Panel Internacional de Cambio Climático (IPCC) plantea una situación de emergencia: estamos en una especie de punto de no retorno. Si no se reducen a la mitad las emisiones para el 2030, se dibuja un escenario dramático para el calentamiento global. El biogás tiene la capacidad de ser sumidero de CO2, ya que se alimenta de residuos y sustituye fuentes de energía fósil y fertilizante, por lo que puede tener un rol clave en la mitigación del cambio climático.
Finalmente, en los últimos años se han producido avances científico-técnicos que permiten mejorar la rentabilidad de las plantas de biogás, como por ejemplo procesos de mono-digestión que posibilitan la implantación del biogás en zonas con poca diversidad de residuos disponibles, mejora de rendimientos del proceso, o aplicación de conceptos de biorrefinería para dar mayor valor a corrientes intermedias o finales. Además, la profundización en el conocimiento del proceso microbiológico con técnicas ómicas permite actuar sobre él con mayor precisión.
Así pues, estamos en un momento clave para el biogás, puesto que contamos con todos los elementos necesarios: las materias primas disponibles, los procesos eficientes gracias a la innovación, el contexto energético, la voluntad de apoyo institucional, y un ecosistema de empresas y centros de investigación de primer nivel. El alineamiento de todos estos factores será clave para cambiar definitivamente el panorama del biogás y biometano en nuestro país.
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